Sunday, September 6, 2015

Introducción al Internet de las Cosas

Últimamente se ha comenzado a hablar mucho sobre el Internet of Things, lo cual, en buen español es: Internet de las Cosas, pero realmente, ¿qué es eso?, ¿otro internet?, ¿mi ordenador podrá usarlo?...
 
Antes que nada, me permito citar la definición ofrecida por Wikipedia:
Internet de las Cosas es un concepto que se refiere a la interconexión digital de objetos cotidianos con internet. Alternativamente, Internet de las cosas es el punto en el tiempo en el que se conectarían a internet más “cosas u objetos” que personas. También suele referirse como el internet de todas las cosas o internet en las cosas. Si los objetos de la vida cotidiana tuvieran incorporadas etiquetas de radio, podrían ser identificados y gestionados por otros equipos, de la misma manera que si lo fuesen por seres humanos.

Antes de salir corriendo y gritando que las máquinas han conquistado al mundo y que tenemos que regresar con suma urgencia al lápiz y al papel, o mejor aún, al carbón y a la pared de la caverna, tratemos de entender de dónde viene y hacia dónde pretende ir este concepto.

La expresión Internet de las Cosas fue acuñada por el emprendedor Británico Kevin Ashton en el año 1999, época en la que trabajaba en el M.I.T en lo que fue el precursor de la tecnología RFID (Radio Frequency ID), y con ese término pretendió describir un sistema en el que el internet se conecta con el mundo real vía un sinfín de sensores de muchos tipos.

Una rápida mirada hacia atrás

Hace apenas 30 años, en 1985, Cuando Enrique, estudiante de primaria, iba a estudiar a casa de Carolina, su compañerita de clases, y habían terminado el tema asignado, llamaba por teléfono fijo a Nancy, su madre, para que lo fuese a buscar.


Nancy podría haber estado en casa, o en camino a casa desde la oficina, tomándose un café o simplemente se había retrasado en salir del trabajo porque estaba esperando una llamada de aquel importante cliente que le garantizaría ingresos estables a su empresa para el resto del año y más, se habrían puesto de acuerdo en la hora vía TELEX o FAX. 



En cualquier caso, las probabilidades de que Enrique pudiese hablar con su madre al primer intento eran, en el mejor de los casos, mixtas, lo que casi seguramente representaba la necesidad de llamar más de una vez, o llamar a varios lugares, varios números, hasta localizarla, o esperar a que Nancy le llamara, ya que ella también sabía dónde estaba su hijo. Pero en cualquier caso, había que esperar hasta llegar a un lugar con teléfono fijo.

Hace 20 años, la historia hubiese sido un poco diferente, Nancy ya tendría un teléfono móvil al cual Enrique podría haber llamado y hubiese contactado a su madre con mayor facilidad.

Hoy en día, un "Má, ya terminé!" por Whatsapp podría resolver el dilema en un par de segundos.

Aun así, una calle en reparación, un semáforo descompuesto, un accidente de tránsito, o el mismo clima, podrían (y aún hoy, pueden) dar al traste con la hora de llegada de Nancy a recoger a su adorado angelito, lo que, desde algún otro punto de vista, podría ayudar a profundizar la ya entrañable amistad de Enrique con Carolina, pero esa es otra historia, algunos años en el futuro.

Vemos así, cómo en relativamente poco tiempo hemos pasado de la comunicación desde puntos estrictamente fijos a la comunicación totalmente móvil. Pero todavía tenemos que tomar la iniciativa e iniciar el contacto.

¿No nos nos vendría bien combinar la tecnología que tenemos en nuestras manos con otras fuentes de información para agilizar nuestro tránsito, hacer nuestras salidas y llegadas más predecibles y el viaje más placentero?

¿Es posible que esta información venga a nosotros en lugar de tener que adivinarla o salir a buscarla?

Una mirada hacia adelante (pero no mucho)

Ahora estamos en el año 2016, si, es en el futuro, pero a solo unos pocos meses de distancia. Enrique, ahora ya todo un profesional que trabaja desde su casa, oficina, tranvía, café o cualquier otro lugar con conectividad móvil, tiene las manos más llenas de responsabilidades que las que cualquier persona podría haber manejado o asumido unos pocos años antes, pero Enrique cuenta con un arma que antes era solo material de especulación en los libros de Ciencia Ficción más atrevidos: El Internet de Las Cosas.

Son las 3:17 am de una fresca noche de otoño, Enrique vive en Barcelona, España, y hoy tiene que desplazarse a Munich, Alemania para una reunión en el Municon, una de las casi 20 reuniones con el nuevo estilo Aterrizaje-Reunión-Despegue que ha tenido este año, así que Enrique desayunará y cenará en su ciudad, pero trabajará en dos países y en tres idiomas.
Vista panorámica del Municon - Aeropuerto de Munich
Enrique le mencionó (si, mencionó, habló) a su despertador, que deseaba levantarse a las 5:00 am, su vuelo saldría a las 7:43 am. El despertador, a las 4:50 am, consultó con el calendario de Enrique en la nube, el cual a su vez, sabiendo que había un vuelo programado para las 7:25 am, revisó el estado del mismo con la línea aérea, recibiendo como respuesta que el vuelo despegaría con 12 minutos de retraso, seguidamente consultó con TMB y resultó ser que un par de estaciones se encontrarían cerradas a esa hora por motivos de mantenimiento, el tren pasaba, pero no se detenía, ahorrando 3 minutos al viaje. Con esta información, el despertador decidió enviar un mensaje al teléfono móvil explicando la situación (para evitar el estrés de Enrique al ver la hora) y sonar la alarma a las 5:10 am, regalándole a Enrique algunos minutos de sueño reparador.

Al sonar el despertador, ya las luces de la habitación, el baño y la cocina estaban encendidas, al 10% de su intensidad y en un tono cálido, como la luz del amanecer, la intensidad de las mismas iría aumentando gradualmente hasta llegar a su máxima intensidad en unos 5 minutos más.

De igual forma, la calefacción del apartamento se encendió 15 minutos antes de sonar el despertador, aumentando en ese período 4.3°C la temperatura de dos de las tres habitaciones que Enrique cruzaría esta mañana, y 5°C a el baño.

Al abordar el vagón del metro que le llevaría al aeropuerto de El Prat, Enrique pagó el viaje desde su teléfono móvil con solo acercarlo al lector que se encontraba dentro del vagón en el que abordó el tren, en camino al aeropuerto revisó su pase de abordaje, le informó al sistema de la línea aérea que no portaba consigo más equipaje que su ordenador portátil, así podría dirigirse directamente a la puerta de embarque sin más revisiones que las exigidas por la seguridad del aeropuerto.

Al llegar al aeropuerto, Enrique pudo notar que la máquina de café donde acostumbraba tomarse su anhelado aeroportuario elíxir no estaba en el lugar acostumbrado, pero fue informado de inmediato por su teléfono sobre la nueva ubicación de la misma.

Al encontrar la nueva ubicación de la máquina, más iluminada, mejor ventilada, Enrique acercó su teléfono a la misma y, por la magia de las tecnologías de proximidad, la máquina le entregó un Ristretto Lungo, con un toque de crema, endulzado con azúcar moreno, a la vez que descontó 1,50€ de la cuenta bancaria de la empresa en la que Enrique trabaja (Beneficios de viajero).

Al aterrizar en el aeropuerto de Munich, Asbjörn, el potencial cliente de Enrique ya se encontraba allí y, como había sido notificado por su teléfono móvil acerca de los minutos de retraso del vuelo procedente de Barcelona, retraso responsabilidad de la línea aérea, estaba disfrutando de una copa de Clevner Frühburgunder, un vino tinto que un colega de su Suecia natal le había recomendado hace ya un tiempo y que su teléfono móvil le había ayudado a localizar en uno de los bares del aeropuerto a un precio aceptable. 

Enrique le pudo encontrar rápidamente por medio del servicio de localización personal que ambos habían acordado utilizar ese día.

La reunión de trabajo, en una de las salas más pequeñas del área Club, fue todo un éxito, cubriendo las expectativas de ambas partes.

Al partir cada uno de los ejecutivos por su lado, y a 30 minutos de abordar el avión que le traería de regreso a Barcelona, Enrique, contento a más no poder por lo exitoso de su viaje, se topa con otra máquina expendedora de café, café de su marca favorita, máquina de otra empresa expendedora, y decide que es buen momento para tomarse otro Ristretto Lungo.

Al encontrarse frente a la máquina, acerca una vez más su teléfono y la máquina le comunica, en su pantalla LED, en buen Español, que al ser este su café número 25 de esta marca, el mismo es cortesía del fabricante del café, a la vez que le aconseja que disfrute su relajante bebida con calma, ya que su vuelo saldrá con 4 minutos de retraso esta vez.

Este "alocado" día, rodeado de tecnología por todas partes, lo he ambientado en algún momento del año 2016 porque el metro de Barcelona todavía no llega hasta el aeropuerto de El Prat (se espera que en 2016 lo haga), pero lo cierto es que toda, absolutamente toda la tecnología aquí mencionada, existe ya en este convulsionado final del 2015.

Si la tecnología mencionada está totalmnte presente o no en el recorrido realizado por Enrique, eso os lo dejo como trabajo de investigación, aún así, más temprano que tarde, esta historia, quedará en el pasado, obsoleta, porque la tecnología avanzará más rápido que mis lentos dedos sobre mi viejo teclado.

En los próximos artículos profundizaré en los detalles sobre las tecnologías usadas por nuestro héroe en este futurístico día. Mientras tanto, os dejo con la pregunta:

¿Cómo ha influido el Internet de las Cosas en tu vida?

Iniciemos el intercambio de ideas. ¡Hasta la próxima!

2 comments:

  1. Esto es lo que se denomina o denominaba domótica?
    Interesante tu artículo. Un abrazo. Mariate

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    1. "Si" y "En parte sí". La domótica es un pedacito de todo esto. En principio la domótica es solo automatización de una vivienda. El término domótica viene de la unión de las palabras "domus", que significa "casa" en latín y "tica" de "automática", palabra en griego, "que funciona por sí sola".

      Ahora bien, aún cuando el concepto de domótica forma parte del concepto de Internet de las Cosas, el alcance de IoT es bastante más amplio. Un despertador que consulta el estado del tráfico puede ser considerado domótica, las interacciones en el aeropuerto y en el metro ya salen un poco del concepto, entonces, el Internet de las Cosas podría ser como domótica, pero para la ciudad entera (¿Metropótica? :) ).

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